Crecer con un padre, madre o cuidador narcisista, donde la atención que recibíamos hacia nuestra personalidad o lo que necesitábamos no era la correcta, puede tener repercusiones en como nos relacionamos con los demás de adultos.
Si tienes temas inconclusos de tu infancia, necesitarías trabajar y curar a tu niño interior.
Tener una herida narcisista no quiere decir que tu seas narcisista, pero hay que prestarle atención como haríamos con cualquier otro tipo de herida.
Una persona con trastorno narcisista es alguien que es excesivamente propenso a los sentimiento de humillación, y para defenderse en contra de esa sensación, desarrollan una imagen de si mismos omnipotente, y están tan inmersos en esa autoimagen que no son capaces de ver a nadie mas. Las relaciones personales acaban siendo simples transacciones y las personas se convierten en objetos. Son personas que valoran continuamente lo útil que les puedes resultar, y esa utilidad suele estar relacionada con que les ayudes a mantener esa imagen grandiosa de si mismos.
Ser admirados se convierte para ellos en algo tan importante como la comida, y si se encuentras con alguien que no les admira o les ayuda a sentirse admirados, entonces no tendrá cabida en su vida. En este tipo de funcionamiento, no hay cabida para los demás, y cuando no existe un “los otros” no se desarrolla la capacidad de empatía, por lo que no son conscientes del daño que pueden hacer y de como se sientes los demás.
¿Qué es una herida narcisista?
Aquellos que han crecido en un hogar donde no había espacio para ellos mismos, donde sus necesidades no se tenían en cuenta, pueden desarrollar heridas narcisistas. En ese tipo de familias, los padres narcisistas se sienten amenazados por sus hijos, por la personalidad y las cualidades personales de sus hijos, así que para defenderse de ello les reducen a objetos, y esto quiere decir, que no les permiten desarrollar sus propias personalidades y tienden a hacerles prolongaciones y reflejos de ellos mismos.
¿Os imagináis el dolor de esos niños? Pues ese dolor sigue ahí cuando son adultos, e inician relaciones buscando que alguien les de lo que no les dieron en su infancia. Pero esas demandas y esas expectativas no son realistas, no están ajustadas a un marco de relaciones de adultos sino que vienen de las necesidades de un niño, y por tanto nunca son satisfechas y entran en un circulo vicioso, pues cuanto menos les satisfacen sus necesidades, más intensas se vuelven estas.
La buena noticia es que hay esperanza: puedes recuperarte y sanar la herida narcisista de tu niño interior
Empieza a darte cuenta de lo que ocurre en tu cuerpo cuando estas en una relación y notas que tus necesidades no están siendo cubiertas. Rompe el contacto ocular con esa persona. Respira profundamente y mantén tu atención en tu cuerpo. Poco a poco deja que el ritmo de reacción emocional vaya relajándose, date cuenta en todo momento de lo que vas sintiendo pues sin esa conciencia entrarías en una espiral automática que te llevaría al enfado y a la ira.
Cuando seas capaz de relajarte a ti mismo, entonces serás capaz de sentir tu herida, de darte cuenta de que sigue doliendo y podrás ver la información que te da. Pero si no hay consciencia del proceso interno que estas teniendo nunca podrás tomar responsabilidad y cambiarlo.
Tomar responsabilidad de lo que sientes es fundamental, y eso no evitara a que te sigas sintiendo enfadado pero podrás manejar ese enfado, expresarlo y darle un sentido.
Si te reconoces a ti mismo en lo que estas leyendo, es importante empezar a entender y explorar tu interior en terapia o con alguien que te haga sentir seguro. Entender tu herida narcisista te ayudará a ver el contexto donde se creó, a entender las circunstancias en las que viviste y tomaste tus decisiones.
Si te reconoces a ti mismo en lo que estas leyendo, es importante empezar a entender y explorar tu interior en terapia o con alguien que te haga sentir seguro. Entender tu herida narcisista te ayudará a ver el contexto donde se creó, a entender las circunstancias en las que viviste y tomaste tus decisiones.